Campamento de bajo impacto

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HISTORIAS DE ANIMALES

Picaduras y mordiscos. ¿Qué hacer?.
Quizás y aunque parezca tonto, el mejor consejo que podemos daros es que aleccioneis a todo el mundo para que cumplan las siguientes normas:

No andar nunca descalzo por el monte, y menos de noche, incluso por el mismo campamento. Lo más fácil es clavarse espinas o cristales, que duelen mucho. De paso evitaréis que os piquen arañas, escorpiones o víboras, que abundan, aunque menos que pinchos y piedras.
Dicho esto, impedir que todo el mundo se ponga a capturar y dar muerte a cualquier bicho que se encuentre por el camino, y por supuesto no hacerlo vosotros mismos. Si enredáis o dais ejemplo para que otros enreden con los bichitos es fácil que alguno os dé un disgusto. Además, en ese caso el bicho tendrá laa razón, pues habrá actuado en defensa propia.
Olvídaros de los héroes y mitos de las películas. La naturaleza no se come a nadie, pero eso no quita para tenerle cierto respeto. Recuerda que la ignorancia es nuestro peor enemigo. En caso de incidentes, mantener la calma y proceder usando la cabeza. No aplicar torniquetes ni pegar un tajo con cuchillo al rojo vivo como se hacen los vaqueros de la tele. Lo mas fácil es que empeoréis la situación.

Pero, si os ha picado algo, habrá que actuar. No hay recetas que valgan para todos ni para cualquier picadura, así que vamos a clasificarlas:

Abejas y avíspas. Duelen mucho pero no suelen ser graves. Aplicar amoníaco y cremas antiiinflamatorias. No obstante, ha habido algún caso en el que a la víctima le ha dado un choc alérgico, y casi se muere. Si vemos que la situación empeora rápida y exageradamente (una fuerte hinchazón es normal), llevar al médico urgentemente.

Arañas y escorpiones. Aunque no son tan graves como se piensa, estos bichos son bastante abundantes y sus picaduras pueden ser bastante espectaculares y dolorosas. Proceder como en el caso anterior.

Viboras. Son las más peligrosas, pero hay que asegurarse de que se trata de una víbora y no de cualquier culebra. Raras veces muerden, pero si lo hacen es raro que claven los colmillos. Si los clavan es raro que inoculen veneno. Y si inoculan veneno, la gravedad depende del tamaño del bicho, de cuanto nos ha inoculado, la edad y salud de la victima. En tal caso, mantener la cabeza serena, tranquilizar al paciente y transportarlo al médico, pero no hacerle correr, pues de esta forma el veneno se extiende más rápidamente. Los síntomas son espectaculares: La parte mordida se hinchará como un melón, tendrá mareos, vómitos y fiebre. Es decir, todo un número.

No administrar alcohol, ni agua, ni comida. Podemos actuar de la siguiente forma:

  1. Si alguien no tiene llagas o heriditas en la boca o los labios (algo difícil), puede succionar el veneno y escupirlo.
  2. Apoyar una gasa limpia más arriba de la herida, y presionar con la mano para retardar el flujo de la sangre envenenada a través de las venas a todo el cuerpo.
  3. Llevar en brazos o tumbado en camilla improvisada (pero sin perder tiempo), al médico más cercano, o mejor todavía, al hospital más próximo.
  4. Sólo en caso de que vayamos a tardar en llegar más de media hora, podemos aplicar un torniquete, pero para esto pedir antes a un médico que os explique bien como se hace. Si la hacéis mal podéis provocar la gangrena del miembro.
  5. Recuerda que hace mucho tiempo que nadie se muefe en este país por picadura de víbora, a pesar de que en verano hay miles de chavales por el campo, conviviendo con estos bichos.

También nos gustaría ayudaros a distinguir víboras y culebras:

Creencias infundadas
Los sapos ni escupen ni son venenosos. Lo que sucede es que cazan moscas lanzando la lengua viscosa muy deprisa y parece que escupen. Y como son anfibios, tienen unas glándulas por toda la piel que segregan unas mucosidades, para evitar la desecación. Además, en ese moco hay sustancias que pretenden irritar los tejidos delicados de la boca de sus posibles depredadores, obligándoles a rechazarlos. Así que podemos enredar con ellos (ojo, que son muy delicados) pero después nos lavaremos las manos, pues si tocamos las narices, labios y ojos se nos irritarán como cuando nos entra jabón.

Las salamandras son anfibios inofensivos pero también mocosos.

Las culebrillas ciegas, muy raras, que se parecen a una lombriz, son también inofensivas, aunque la cultura popular asegura que pican y además son mortales. ¡To mentira!

Especies protegidas, expolio de nidos...
Los campamentos suelen ubicarse en la naturaleza, y en ella viven también muchos animales que cazan, se reproducen, cantan, juegan, se esconden y... se encuentran protegidos por la ley al tratarse de especies beneficiosas o seriamente amenazadas de extinción.

Así que es inevitable, a lo largo de los diez o quince días de convivencia en el mismo hábitat, que os topeis con alguno de ellos. Puede que vosotros, los directores y monitores, no os percatéis de casi nada, por falta de tiempo, pero los chavales tardarán pocas horas en encontrar nidos de aves, pollas, sapos, lagartijas, mariposas, etc.

Así que, antes de que su incansable curiosidad les lleve a experimentar lo que pasa cuando a un renacuajo se le chafa la cabeza, o se le cortan las patas a una rana o lagartija, etc., conviene aconsejar y asesorar a los chavales sobre la necesidad de respetar la naturaleza. Bastará con que le deis al campamento un enfoque proteccionista, les digáis a los acampados que uno de los objetivos de la experiencia es ayudar a conocer y proteger mejor la naturaleza del lugar. También resultará positivo que el animador más interesado y con conocimientos en el tema ofrezca en todo momento su ayuda a los jóvenes, guiándoles sobre cómo pueden usar libros, identificar los bichos y sacar las mayores enseñanzas de cada hallazgo.

Coleccionismo de animales, captura para comerlos...
Muchas veces se cogen animales vivos y se les mata para así conservarlos o estudiarlos, pero esto es éticamente muy cuestionable y queda reservado sólo a los científicos. Desde el punto de vista pedagógico es una práctica en absoluto recomendable.

Sin embargo, a menudo encontraremos animales muertos en el campo, atropellados o ahogados y aprovechar entonces el interés que suscita este tipo de actividad en los niños. Dejaremos que guarden, estudien y cuiden los restos muertos encontrados, plumas, huellas de escayola, etc. Cualquier libro de naturalismo os ayudará a encontrar los métodos más adecuados para conservar tales restos.

Tampoco es recomendable, salvo que haya un especialista con vosotros, capturar y mantener animales en cautividad, en acuarios o terrarios. Salvo que estén en muy buenas condiciones, suelen morirse casi todos, y eso representará un fracaso por nuestra parte.

En cuanto a capturar para comerlos, y a pesar de que es una experiencia bastante atractiva, la verdad es que los espacios naturales en los que se ubican campamentos están ya demasiado presionados por los chicos y otros visitantes como para soportar además capturas selectivas. Así que, por favor, no os dediquéis a practicar esta caza, que os recuerdo está prohibida o cuando menos sujeta a ciertas normas.

Un motivo para no hacerlo es el ético y la coherencia con los objetivos y métodos de la educación ambiental, pero también puede serlo la salud. Es arriesgado consumir un pájaro, un ratón, culebra, lagarto e incluso saltamontes o caracoles pues pueden transmitirnos quistes de parásitos, enfermedades, o intoxicarnos por el alto contenido en insecticidas o metales pesados.